(UEFS 2015 - Meio do ano)
Nowhere to hide
How retailers can find — and up-sell — you in the aisles
Thanks to GPS, the apps on your phone have long been able to determine your general location. But what if they could do so with enough precision that a supermarket, say, could tempt you with digital coupons 5 depending on whether you were hovering near the white bread or bagels?
It may sound far-fetched, but there’s a good chance the technology is already built into your iPhone or Android device. All it takes for retailers to tap into it are small, 10 inexpensive transmitters called beacons. Here’s how it works: using Bluetooth technology, handsets can pinpoint their position to within as little as 2 cm by receiving signals from the beacons stores install. Apple’s version of the concept is called iBeacon; it’s in use at its own 15 stores and is being tested by Macy’s, American Eagle, Safeway, the National Football League and Major League Baseball.
Companies can then use your location to pelt you with special offers or simply monitor your movements. 20 But just as with GPS, they won’t see you unless you’ve installed their apps and granted them access. By melding your physical position with facts they’ve already collected about you from rewards programs, brick-and-mortar businesses can finally get the potentially profitable insight 25 into your shopping habits that online merchants now take for granted.
The possibilities go beyond coupons. PayPal is readying a beacon that will let consumers pay for goods without swiping a card or removing a phone from their 30 pocket. Dough Thompson of industry site Beek.net predicts the technology will become an everyday reality by year’s end. But don’t look for stores or venues to call attention to the devices. “People won’t know theses beacons are there,” he says. “They’ll just know their app 35 has suddenly become smarter.''
Four Ways Beacons Could Change Shopping and Leisure
1. LINE HINTS AT BALLPARKS OR STADIUMS
When you step away to buy a hot dog, an app directs you to the closest concession stand with the shortest line.
2. INSTANT COUPONS IN DEPARTMENT STORES
Linger in the jewelry department without buying anything and a coupon will pop up on your phone.
3. MORE CONTEXT AT MUSEUMS AND GALLERIES
An app tells you historical information about each piece of art as you walk through the room.
4. REMINDERS AT GROCERY STORES
An app reminds you of each item on your list when you’re in the right aisle to pick it up.
MCCRACKEN, Harry. Time, Mar 31, 2014, p.12.
“brick-and-mortar businesses” (l. 23-24): traditional businesses that do not operate on the Internet.
The patient in this cartoon
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Metafísica
Últimamente las personas que conozco parecen estar adquiriendo la malísima costumbre de morirse, cosa que te hace percibir con especial agudeza la naturaleza fugitiva de las cosas. Que nuestra existencia 5 no dura apenas nada, y que incluso esa vidita minúscula está constantemente amenazada, es una inquietante certidumbre que nos empeñamos en olvidar.
Este es el origen, me parece, de la incapacidad que mucha gente tiene para quedarse sola. Porque en 10 la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte con su tictac en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero. De ahí nuestra propensión universal a las drogas, al barullo y al movimiento constante: todo con 15 tal de no saber, no recordar, no oír.
Y de ahí también, me supongo, el formidable triunfo de los teléfonos móviles, una tecnología perfecta para el aturdimiento. Un azote creciente, o al menos yo nunca lo había notado tanto como el pasado verano. Ibas 20 caminando por el campo en algún lugar hermoso, remoto y solitario, y de pronto, en pleno momento zen, te cruzabas con otro paseante que llevaba auriculares incrustados en las orejas. O bien veías a una pareja sentada en un café, frente al mar, en una romántica 25 mesita, y al fijarte advertías que cada uno estaba telefoneando por su lado, tan juntos y tan solos, metiéndose en la cabeza todo el ruido posible para no escuchar el latido del tiempo. ¡Pero si incluso dicen que, mientras los enfermos agonizan, sus médicos parlotean 30 por el móvil, y que por eso no se enteran de lo que les ocurre! No enterarse de nada, esa es la ambición de nuestros tiempos. No pensar, no vaya a ser que, si piensas, termines recordando que eres mortal y haciendo la metafísica ramplona que yo acabo de 35 perpetrar en este artículo. Ustedes disculpen.
MONTERO, Rosa. Metafísica. Disponível em: . Acesso em: 13 maio.2015. Adaptado.
Es una opinión expresada por la autora del texto
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Metafísica
Últimamente las personas que conozco parecen estar adquiriendo la malísima costumbre de morirse, cosa que te hace percibir con especial agudeza la naturaleza fugitiva de las cosas. Que nuestra existencia 5 no dura apenas nada, y que incluso esa vidita minúscula está constantemente amenazada, es una inquietante certidumbre que nos empeñamos en olvidar.
Este es el origen, me parece, de la incapacidad que mucha gente tiene para quedarse sola. Porque en 10 la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte con su tictac en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero. De ahí nuestra propensión universal a las drogas, al barullo y al movimiento constante: todo con 15 tal de no saber, no recordar, no oír.
Y de ahí también, me supongo, el formidable triunfo de los teléfonos móviles, una tecnología perfecta para el aturdimiento. Un azote creciente, o al menos yo nunca lo había notado tanto como el pasado verano. Ibas 20 caminando por el campo en algún lugar hermoso, remoto y solitario, y de pronto, en pleno momento zen, te cruzabas con otro paseante que llevaba auriculares incrustados en las orejas. O bien veías a una pareja sentada en un café, frente al mar, en una romántica 25 mesita, y al fijarte advertías que cada uno estaba telefoneando por su lado, tan juntos y tan solos, metiéndose en la cabeza todo el ruido posible para no escuchar el latido del tiempo. ¡Pero si incluso dicen que, mientras los enfermos agonizan, sus médicos parlotean 30 por el móvil, y que por eso no se enteran de lo que les ocurre! No enterarse de nada, esa es la ambición de nuestros tiempos. No pensar, no vaya a ser que, si piensas, termines recordando que eres mortal y haciendo la metafísica ramplona que yo acabo de 35 perpetrar en este artículo. Ustedes disculpen.
MONTERO, Rosa. Metafísica. Disponível em: . Acesso em: 13 maio.2015. Adaptado.
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Metafísica
Últimamente las personas que conozco parecen estar adquiriendo la malísima costumbre de morirse, cosa que te hace percibir con especial agudeza la naturaleza fugitiva de las cosas. Que nuestra existencia 5 no dura apenas nada, y que incluso esa vidita minúscula está constantemente amenazada, es una inquietante certidumbre que nos empeñamos en olvidar.
Este es el origen, me parece, de la incapacidad que mucha gente tiene para quedarse sola. Porque en 10 la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte con su tictac en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero. De ahí nuestra propensión universal a las drogas, al barullo y al movimiento constante: todo con 15 tal de no saber, no recordar, no oír.
Y de ahí también, me supongo, el formidable triunfo de los teléfonos móviles, una tecnología perfecta para el aturdimiento. Un azote creciente, o al menos yo nunca lo había notado tanto como el pasado verano. Ibas 20 caminando por el campo en algún lugar hermoso, remoto y solitario, y de pronto, en pleno momento zen, te cruzabas con otro paseante que llevaba auriculares incrustados en las orejas. O bien veías a una pareja sentada en un café, frente al mar, en una romántica 25 mesita, y al fijarte advertías que cada uno estaba telefoneando por su lado, tan juntos y tan solos, metiéndose en la cabeza todo el ruido posible para no escuchar el latido del tiempo. ¡Pero si incluso dicen que, mientras los enfermos agonizan, sus médicos parlotean 30 por el móvil, y que por eso no se enteran de lo que les ocurre! No enterarse de nada, esa es la ambición de nuestros tiempos. No pensar, no vaya a ser que, si piensas, termines recordando que eres mortal y haciendo la metafísica ramplona que yo acabo de 35 perpetrar en este artículo. Ustedes disculpen.
MONTERO, Rosa. Metafísica. Disponível em: . Acesso em: 13 maio.2015. Adaptado.
La autora del texto A) confiesa que suel
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Últimamente las personas que conozco parecen estar adquiriendo la malísima costumbre de morirse, cosa que te hace percibir con especial agudeza la naturaleza fugitiva de las cosas. Que nuestra existencia 5 no dura apenas nada, y que incluso esa vidita minúscula está constantemente amenazada, es una inquietante certidumbre que nos empeñamos en olvidar.
Este es el origen, me parece, de la incapacidad que mucha gente tiene para quedarse sola. Porque en 10 la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte con su tictac en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero. De ahí nuestra propensión universal a las drogas, al barullo y al movimiento constante: todo con 15 tal de no saber, no recordar, no oír.
Y de ahí también, me supongo, el formidable triunfo de los teléfonos móviles, una tecnología perfecta para el aturdimiento. Un azote creciente, o al menos yo nunca lo había notado tanto como el pasado verano. Ibas 20 caminando por el campo en algún lugar hermoso, remoto y solitario, y de pronto, en pleno momento zen, te cruzabas con otro paseante que llevaba auriculares incrustados en las orejas. O bien veías a una pareja sentada en un café, frente al mar, en una romántica 25 mesita, y al fijarte advertías que cada uno estaba telefoneando por su lado, tan juntos y tan solos, metiéndose en la cabeza todo el ruido posible para no escuchar el latido del tiempo. ¡Pero si incluso dicen que, mientras los enfermos agonizan, sus médicos parlotean 30 por el móvil, y que por eso no se enteran de lo que les ocurre! No enterarse de nada, esa es la ambición de nuestros tiempos. No pensar, no vaya a ser que, si piensas, termines recordando que eres mortal y haciendo la metafísica ramplona que yo acabo de 35 perpetrar en este artículo. Ustedes disculpen.
MONTERO, Rosa. Metafísica. Disponível em: . Acesso em: 13 maio.2015. Adaptado.
“Porque en la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte con su tictac en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero.” (l. 9-13) Del fragmento transcrito, es posible concluir que
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Últimamente las personas que conozco parecen estar adquiriendo la malísima costumbre de morirse, cosa que te hace percibir con especial agudeza la naturaleza fugitiva de las cosas. Que nuestra existencia 5 no dura apenas nada, y que incluso esa vidita minúscula está constantemente amenazada, es una inquietante certidumbre que nos empeñamos en olvidar.
Este es el origen, me parece, de la incapacidad que mucha gente tiene para quedarse sola. Porque en 10 la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte con su tictac en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero. De ahí nuestra propensión universal a las drogas, al barullo y al movimiento constante: todo con 15 tal de no saber, no recordar, no oír.
Y de ahí también, me supongo, el formidable triunfo de los teléfonos móviles, una tecnología perfecta para el aturdimiento. Un azote creciente, o al menos yo nunca lo había notado tanto como el pasado verano. Ibas 20 caminando por el campo en algún lugar hermoso, remoto y solitario, y de pronto, en pleno momento zen, te cruzabas con otro paseante que llevaba auriculares incrustados en las orejas. O bien veías a una pareja sentada en un café, frente al mar, en una romántica 25 mesita, y al fijarte advertías que cada uno estaba telefoneando por su lado, tan juntos y tan solos, metiéndose en la cabeza todo el ruido posible para no escuchar el latido del tiempo. ¡Pero si incluso dicen que, mientras los enfermos agonizan, sus médicos parlotean 30 por el móvil, y que por eso no se enteran de lo que les ocurre! No enterarse de nada, esa es la ambición de nuestros tiempos. No pensar, no vaya a ser que, si piensas, termines recordando que eres mortal y haciendo la metafísica ramplona que yo acabo de 35 perpetrar en este artículo. Ustedes disculpen.
MONTERO, Rosa. Metafísica. Disponível em: . Acesso em: 13 maio.2015. Adaptado.
Pueden funcionar como sinónimos en el texto
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Últimamente las personas que conozco parecen estar adquiriendo la malísima costumbre de morirse, cosa que te hace percibir con especial agudeza la naturaleza fugitiva de las cosas. Que nuestra existencia 5 no dura apenas nada, y que incluso esa vidita minúscula está constantemente amenazada, es una inquietante certidumbre que nos empeñamos en olvidar.
Este es el origen, me parece, de la incapacidad que mucha gente tiene para quedarse sola. Porque en 10 la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte con su tictac en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero. De ahí nuestra propensión universal a las drogas, al barullo y al movimiento constante: todo con 15 tal de no saber, no recordar, no oír.
Y de ahí también, me supongo, el formidable triunfo de los teléfonos móviles, una tecnología perfecta para el aturdimiento. Un azote creciente, o al menos yo nunca lo había notado tanto como el pasado verano. Ibas 20 caminando por el campo en algún lugar hermoso, remoto y solitario, y de pronto, en pleno momento zen, te cruzabas con otro paseante que llevaba auriculares incrustados en las orejas. O bien veías a una pareja sentada en un café, frente al mar, en una romántica 25 mesita, y al fijarte advertías que cada uno estaba telefoneando por su lado, tan juntos y tan solos, metiéndose en la cabeza todo el ruido posible para no escuchar el latido del tiempo. ¡Pero si incluso dicen que, mientras los enfermos agonizan, sus médicos parlotean 30 por el móvil, y que por eso no se enteran de lo que les ocurre! No enterarse de nada, esa es la ambición de nuestros tiempos. No pensar, no vaya a ser que, si piensas, termines recordando que eres mortal y haciendo la metafísica ramplona que yo acabo de 35 perpetrar en este artículo. Ustedes disculpen.
MONTERO, Rosa. Metafísica. Disponível em: . Acesso em: 13 maio.2015. Adaptado.
Hay equivalencia de sentido entre la expresión transcrita y el término sugerido a continuación en
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Últimamente las personas que conozco parecen estar adquiriendo la malísima costumbre de morirse, cosa que te hace percibir con especial agudeza la naturaleza fugitiva de las cosas. Que nuestra existencia 5 no dura apenas nada, y que incluso esa vidita minúscula está constantemente amenazada, es una inquietante certidumbre que nos empeñamos en olvidar.
Este es el origen, me parece, de la incapacidad que mucha gente tiene para quedarse sola. Porque en 10 la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte con su tictac en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero. De ahí nuestra propensión universal a las drogas, al barullo y al movimiento constante: todo con 15 tal de no saber, no recordar, no oír.
Y de ahí también, me supongo, el formidable triunfo de los teléfonos móviles, una tecnología perfecta para el aturdimiento. Un azote creciente, o al menos yo nunca lo había notado tanto como el pasado verano. Ibas 20 caminando por el campo en algún lugar hermoso, remoto y solitario, y de pronto, en pleno momento zen, te cruzabas con otro paseante que llevaba auriculares incrustados en las orejas. O bien veías a una pareja sentada en un café, frente al mar, en una romántica 25 mesita, y al fijarte advertías que cada uno estaba telefoneando por su lado, tan juntos y tan solos, metiéndose en la cabeza todo el ruido posible para no escuchar el latido del tiempo. ¡Pero si incluso dicen que, mientras los enfermos agonizan, sus médicos parlotean 30 por el móvil, y que por eso no se enteran de lo que les ocurre! No enterarse de nada, esa es la ambición de nuestros tiempos. No pensar, no vaya a ser que, si piensas, termines recordando que eres mortal y haciendo la metafísica ramplona que yo acabo de 35 perpetrar en este artículo. Ustedes disculpen.
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La expresión “al menos” (l. 18) equivale a
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Este es el origen, me parece, de la incapacidad que mucha gente tiene para quedarse sola. Porque en 10 la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte con su tictac en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero. De ahí nuestra propensión universal a las drogas, al barullo y al movimiento constante: todo con 15 tal de no saber, no recordar, no oír.
Y de ahí también, me supongo, el formidable triunfo de los teléfonos móviles, una tecnología perfecta para el aturdimiento. Un azote creciente, o al menos yo nunca lo había notado tanto como el pasado verano. Ibas 20 caminando por el campo en algún lugar hermoso, remoto y solitario, y de pronto, en pleno momento zen, te cruzabas con otro paseante que llevaba auriculares incrustados en las orejas. O bien veías a una pareja sentada en un café, frente al mar, en una romántica 25 mesita, y al fijarte advertías que cada uno estaba telefoneando por su lado, tan juntos y tan solos, metiéndose en la cabeza todo el ruido posible para no escuchar el latido del tiempo. ¡Pero si incluso dicen que, mientras los enfermos agonizan, sus médicos parlotean 30 por el móvil, y que por eso no se enteran de lo que les ocurre! No enterarse de nada, esa es la ambición de nuestros tiempos. No pensar, no vaya a ser que, si piensas, termines recordando que eres mortal y haciendo la metafísica ramplona que yo acabo de 35 perpetrar en este artículo. Ustedes disculpen.
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La locución “con tal de” (l. 14-15) expresa
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Este es el origen, me parece, de la incapacidad que mucha gente tiene para quedarse sola. Porque en 10 la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte con su tictac en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero. De ahí nuestra propensión universal a las drogas, al barullo y al movimiento constante: todo con 15 tal de no saber, no recordar, no oír.
Y de ahí también, me supongo, el formidable triunfo de los teléfonos móviles, una tecnología perfecta para el aturdimiento. Un azote creciente, o al menos yo nunca lo había notado tanto como el pasado verano. Ibas 20 caminando por el campo en algún lugar hermoso, remoto y solitario, y de pronto, en pleno momento zen, te cruzabas con otro paseante que llevaba auriculares incrustados en las orejas. O bien veías a una pareja sentada en un café, frente al mar, en una romántica 25 mesita, y al fijarte advertías que cada uno estaba telefoneando por su lado, tan juntos y tan solos, metiéndose en la cabeza todo el ruido posible para no escuchar el latido del tiempo. ¡Pero si incluso dicen que, mientras los enfermos agonizan, sus médicos parlotean 30 por el móvil, y que por eso no se enteran de lo que les ocurre! No enterarse de nada, esa es la ambición de nuestros tiempos. No pensar, no vaya a ser que, si piensas, termines recordando que eres mortal y haciendo la metafísica ramplona que yo acabo de 35 perpetrar en este artículo. Ustedes disculpen.
MONTERO, Rosa. Metafísica. Disponível em: . Acesso em: 13 maio.2015. Adaptado.
La forma “de pronto” (l. 21) podría sustituirse por
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